jueves, 1 de noviembre de 2007

«Paso más tiempo en España que en Rumanía, al menos estoy siete meses»

Ultima el viaje para regresar a Rumanía, el país del que salió el 25 de septiembre. Una fecha que no olvida. Fue el último día que Stana Rindurdiu vio a su hija de once años. Una dura separación, pero el esfuerzo, al final, «merece la pena». En España puede ganar en un mes lo que en su país natal le cuesta medio año. Tiene ganas de regresar a Bucarest, la ciudad en la que vive, estudia y trabaja esta joven de 29 años que por quinto año consecutivo ha participado en la campaña de la fresa en un vivero de Mozoncillo.

Gracias a un reportaje en televisión se enteró de la posibilidad de venir a España a trabajar a través del contingente para extranjeros con el que se cubre la demanda de los empresarios españoles, normalmente para trabajos de temporada. Llegan con un contrato en origen que les garantiza el trabajo y aquí no pueden estar más de nueve meses.

Hace cinco años, con el objetivo de pagarse sus estudios, Stana probó suerte por primera vez y, pese a que confiesa que no es su trabajo ideal y «todos los años digo que es el último, aquí estoy. Así que no puedo decir si volveré o no». «Intenté encontrar un trabajo en Rumanía, pero no es suficiente, no puedes vivir con 200 ó 250 euros al mes», lamenta esta joven rumana, quien apunta que en su país es necesario trabajar cinco meses para ganar mil euros. Una cantidad que aquí sobrepasan en un mes de campaña de fresa.

«Si pudiera ganar más en Rumanía, me quedaría allí, pero como no se puede, por eso estoy aquí», señala Stana, quien confiesa que tienen muy claro que a España llegan a «ganar dinero» y se emplean a conciencia. Son mujeres muy trabajadoras que se desenvuelven con soltura seleccionando y cortando las plantas de fresas. Aunque también salen los fines de semana por el pueblo. «Sólo los sábados porque estamos cansadas», puntualiza Stana, que se desenvuelve con la misma soltura manejando la planta que hablando un español fluido.

Pero en breve pondrá fin a su nueva experiencia en tierras segovianas. Y confiesa que tiene «ganas de volver». Pero ella es afortunada. Llegó en avión y en algo más de tres horas resolvió un viaje en el que sus compatriotas emplean tres días en autobús. Una travesía, «larga e incómoda» que tiene como recompensa unos ingresos imposibles de alcanzar en tan sólo un mes en Rumanía. Por eso en breve Stana regresará a España. «En febrero bajo a Huelva a recoger fresas y en junio voy a Valladolid a las plantas de verano», recuerda esta joven rumana que, como ella misma reconoce «paso más tiempo aquí que en Rumanía. Por lo menos estoy siete meses, pero sólo temporadas».

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