A pesar de la bonanza económica y de la tímida aparición de la clase media en un país en el que un 25% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y el salario medio ronda los 300 euros, cientos de rumanos acuden diariamente a la Embajada de España y a la Secretaria de Estado de Inmigración para solicitar un puesto de trabajo en territorio español.
A día de hoy, ya son más de tres millones y medio de rumanos que han salido del país de los que, según estadísticas, se prevé que se estabilicen fuera casi dos millones de personas durante este año. ¿Qué está haciendo el gobierno rumano para retener a sus trabajadores? Debería luchar para que permanezcan en sus casas para levantar un país que necesita una fuerte inversión en infraestructuras.
Muchos piensan en volver y otros no. Sin embargo, si empiezan a echar raíces y familia, será complicado que retornen para reconstruir su país. Y, ahora más que nunca, Rumania necesita su sudor.

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